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La hora de pasar raya y mirar hacia adelante

Se termina el año y muchos hacen su balance, un ojo sobre lo que se consiguió y otro sobre lo que viene. Expertos advierten sobre riesgos y beneficios de esta práctica tan extendida-Por: Renzo Rossello

El año que viene empiezo el curso. Después de las vacaciones voy a hacer gimnasia. El mes próximo pinto la casa. Desde los planes más simples a los más sofisticados, los exámenes más impiadosos acerca de los logros alcanzados en el año y las metas propuestas para el que viene. Se termina el año y llega para muchos el momento de hacer balances.

La vida moderna exige cada vez más la planificación. No todos pueden hacerlo, muchos ni siquiera están habituados y, como una costumbre muy uruguaya, improvisan sobre la marcha. Pero cada vez es más común tomar la finalización del año para mirar atrás y tratar de avizorar el futuro inmediato.

Los expertos reconocen que este es un hábito cada vez más extendido, tanto entre personas jóvenes como en las de mediana edad. ¿Qué tan bueno es esta costumbre de hacer balances? Puede ser muy beneficioso para trazarse objetivos y planear los pasos a seguir para alcanzarlos. Pero también puede resultar desestimulante cuando, por diversos factores, los logros son escasos o nulos.

Dos psicólogas especializadas en distintas áreas señalaron cuáles son, a su juicio, los límites en la aplicación de esta costumbre en la vida práctica. Y también cuáles los beneficios. Como en cualquier otro orden las situaciones individuales pesan y a veces determinan cada uno de esos factores.

Buscar la felicidad.
La psicóloga Mariana Alvez Guerra se especializó en psicología positiva y ha desarrollado varios estudios en torno a la felicidad.


En su opinión la costumbre de hacer balances es "sumamente frecuente". "Es en esta época donde reflexionamos acerca de todos nuestros propósitos para este año y chequeamos qué tan eficientes hemos sido cumpliendo los mismos. Suele suceder que casi todos venimos arrastrando antiguas metas y sueños desde hace tiempo, algunos seguramente nos queden en el tintero", sostiene Alvez.

De acuerdo con los rasgos principales de la personalidad, ciertos individuos son capaces de mirar atrás y valorar sus experiencias debidamente.

"Lo importante es que sí sea una etapa de reflexión, pero sobre todo desde el agradecimiento, para poder conectarnos con aquello que deberíamos valorar, para comprender que cada paso cuenta y que no necesariamente tenemos que hacer cosas grandiosas para sentirnos felices", señala la psicóloga.

Contra lo que pueda pensarse, la práctica de hacer balances no apareció con la modernidad. Es, probablemente, uno de los rasgos más antiguos de la conducta humana.

"El ser humano está asociado a ciclos, los de la vida y la muerte, los comienzos y finales, incluso las estaciones del año —explica Alvez—. Todo comienza y todo termina y al finalizar el año se convierte en un fin simbólico para nosotros, una etapa de cierre que nos invita a mirar hacia atrás y comparar lo real con la expectativa. Suele ocurrir que tenemos expectativas demasiado desorbitantes a veces y esto puede conducirnos a la frustración, por eso siempre insisto en crear metas realistas, que sean alcanzables y que nos desafíen en su justa medida. Que nos permitan crecer, esforzarnos, sin destruirnos en el proceso".

Uno de los problemas señalados en quienes hacen sus exámenes es el de colocarse marcas demasiado altas que luego no podrán cumplir. Ello puede redundar en efectos más nocivos que carecer de metas. "A veces tenemos expectativas desmesuradas, porque solemos creer que necesitamos hacer demasiado en un año, cuando nos olvidamos que a veces nuestros tiempos no son los mismos que los de la vida, a veces las cosas suceden en otras circunstancias. O las grandes metas requieren de mucho tiempo y esfuerzo para cumplirse, acá la ansiedad puede traicionarnos y deseamos todo ahora".

El manejo de los estados de ánimo es, a juicio de la profesional, una de las claves en este juego.

"Si nos pusimos metas inalcanzables nos vamos a enojar y a sentir tristes porque no las vamos a lograr obviamente, y eso puede tener un efecto muy negativo para nuestra autoestima", concluye.

Vida planificada.
La psicóloga Mónica Lladó es, además de docente de la Facultad de Psicología de la Udelar, directora del Instituto de Psicología Social de esta casa de estudios. En su opinión existen otras razones para que esta costumbre esté tan arraigada.

"Parte del fenómeno coincide con algunos dispositivos de trabajo de cierres de año de las empresas, como los balances y perspectivas que se realizan. Desde el punto de vista de la psicología del desarrollo humano son muy importantes y se dan, sobre todo en la mediana edad. Allí es donde se ve la necesidad de hacer un balance vital, con una cantidad de años vividos y una conciencia de los que están por venir", asegura Lladó.

La experta cita al sociólogo alemán Ulrich Beck, catedrático de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics, quien asegura que vivimos en una época en que la planificación es central.

"De alguna manera se nos plantea que vivimos en una sociedad centrada en la planificación, tanto sea en la parte económica, como laboral o de salud, porque en la mediana edad empezamos a vivir lo que se llama la medicalización de la vida, tenemos que ir a la consulta, hacernos exámenes, ir al dentista, en fin, toda una serie de obligaciones en materia de cuidados. Y además hay una exigencia social de que tengas un control sobre todas estas cosas", señala la docente.

Por este camino, afirma Lladó, no es extraño entonces que llegado a un punto nos preguntemos qué hemos hecho de nuestras vidas. Lo cual nos llevará a repasar logros y cosas pendientes.

De todas maneras, la psicóloga indica los peligros que acechan a esta costumbre y el principal es el de prestar atención al contexto en el que se toman decisiones, lo cual a su juicio podría resultar dañino. "Si bien los seres humanos somos sujetos singulares, cuando tomamos decisiones no lo hacemos en una isla, o en un laboratorio, sino en relación con otras personas y otras cosas —apunta la psicóloga—. De manera que el contexto es importante, hay personas que no pueden tomar decisiones porque viven en contextos muy precarios. Cuando hablamos de planificar un proyecto de vida se da en un contexto muy determinado, donde las necesidades están cubiertas. Como mínimo tenés que tener un trabajo, sino no podrás salir del día a día. En ese sentido el llamado self made man (el que se hace a sí mismo) es una fantasía no sostenible".

Desde la neurociencia, en tanto, algunos investigadores hablan sobre la necesidad de regular las emociones para de este modo modular nuestros balances. En tal sentido el profesor James Gross, experto en neurociencia de la Universidad de Standford, sostiene que este tipo de regulación implica una serie de procesos a partir de los cuales la persona influye sobre qué emociones tendrá ante determinados eventos proyectados. Por ejemplo, en estas fechas es habitual la reunión de numerosos miembros de la familia, incluso aquellos con quienes se tiene menor relación o una abierta animadversión. Según el experto es posible seleccionar las emociones que se sentirá en esa ocasión y reflexionar sobre ellas.

Este mismo procedimiento puede servir para plantearse metas a largo plazo y examinar cómo nos comportaremos ante ellas, en términos muy generales.

Pero el manejo emocional cobra particular relevancia por estas fechas, cuando además de hacer balances, para muchos las fiestas tradicionales suponen vivir con estas emociones a flor de piel.

Lo cierto es que muchos, a la hora del brindis mientras alzan la copa al mismo tiempo ya han pasado raya y cerrado el balance de otro año que se va y en la otra columna la lista de los pendientes para el año entrante. Un ciclo tan antiguo como el mundo, que se completa con los 365 días en que orbita alrededor del sol y se cumple el viaje completo.

Algunos consejos a la hora del balance.
Los expertos recomiendan no ser demasiado exigentes con nosotros mismos a la hora de repasar los logros alcanzados. Muchos de ellos pueden cumplirse en tiempos mayores a los planeados en principio, o mostrarse como inalcanzables de momento.

Tomar el momento del balance como uno de reflexión y ser capaces de expresar el agradecimiento por las metas cumplidas.

Adoptar una perspectiva realista y no elaborar expectativas desmedidas puede contribuir a evitar las fuertes decepciones a la hora del balance.

Un camino erróneo puede ser el de considerar que se pueden llevar a cabo demasiadas cosas a lo largo de un año, cuando nuestros tiempos no son los mismos que los de la vida.

Ser conscientes del contexto ya que las decisiones nunca se toman en soledad, sino en relación con los otros y con el medio donde vivimos.

Planificar requiere de un punto de partida que puede ser el tener un trabajo remunerado, de lo contrario es difícil salir del día a día.

La personalidad juega un papel importante, cuanto más detallistas es probable que el nivel de satisfacción quede mucho más lejos a la hora de repasar los logros cumplidos en el año.

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