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Un reciente estudio, liderado por investigadores de distintos países, entre ellos la Universidades de Virginia (Estados Unidos) y la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel), concluyó que la felicidad es mucho más que sentirse bien y evitar la tristeza. Después de realizar una serie de pruebas y cuestionarios a 2.324 jóvenes de Estados Unidos, Brasil, China, Alemania, Ghana, Israel, Polonia y Singapur, los científicos señalaron que quienes experimentaban mayor satisfacción con sus vidas y tenían menos síntomas depresivos eran aquellos que sentían emociones que iban acorde al contexto en el que estaban, sin importar que estas pudieran ser desagradables.
Las personas suelen querer sentirse bien la mayor parte del tiempo, sobre todo en las sociedades occidentales. Y si ya se sienten bien, piensan que deberían sentirse incluso mejor, lo que al final los hace menos felices, explica en el estudio Maya Tamir, doctora en psicología.
Hoy en día, apunta desde Uruguay la psicóloga Mariana Álvez Guerra, existe un interés muy grande en el bienestar y la felicidad. Y si bien eso debería ser positivo, en ocasiones toma tintes oscuros y la búsqueda se convierte en obsesión.
"La palabra felicidad ha sido cruelmente bastardeada y frases alocadas como que siempre hay que estar bien a pesar de todo, o reír todo el tiempo, o incluso negar el dolor y la tristeza, se apoderan de las redes sociales y se reproducen a pasos agigantados. Como experta en felicidad, me gusta recordar a la gente que no puede existir la misma si no entendemos qué es el dolor, algo de lo cual nadie puede escapar", sostiene la especialista. Y agrega: "Todos vamos a sentir miedo, enojo, mal humor, celos o emociones que podríamos considerar mezquinas. Sin embargo, nuestra exquisita gama de emociones es lo que enriquece la personalidad, también nos permite madurar psicológicamente".
A esta tendencia de incitar a estar bien todo el tiempo Álvez la llama "la tiranía de la felicidad". Y al igual que otros expertos insiste en que es necesario transitar el dolor, procesarlo y también, incluso, poder aprender de él. "La ansiedad por estar solamente bien obtura el proceso, vamos a hacer todo lo que es necesario para mejorar, pero en la medida de lo posible y dentro de la fuerza que esa persona posea", sostiene.
Culturalmente se ha instalado la idea de que la felicidad está asociada a un estado emocional similar al placer y al bienestar. "Pero cuando las personas se detienen a reflexionar sobre qué es la felicidad, se abren a la idea de encontrarle un sentido a la vida y a la realización de ciertos logros", explica el psicoanalista chileno Patricio Peñailillo.
Para disfrutar de la felicidad es necesario tener la capacidad de sentir una amplia gama de experiencias, aunque estas impliquen dolores y sufrimientos. "Todos tenemos un cierto grado de celos, envidia, enojo, etcétera. Es inevitable. Lo importante es darse cuenta y vivir estas emociones sin negarlas. Así las puedo trabajar y atenuar con mis otros pensamientos más generosos".
Cuando las personas son capaces de reconocer estos sentimientos más negativos, explica el psicoanalista, logran identificarlos y entender a otros en su dolor, lo que enriquece las relaciones interpersonales.
"Hay que recordar que las emociones tienen funciones adaptativas", enfatiza la psicóloga Carla Crempien. "No quiere decir que sea rico sentir pena ni rabia, pero estas cumplen un objetivo y si las aceptamos, fluyen mejor y brindan mayor satisfacción".
Lo anterior lleva a preguntarse qué hacer con los sentimientos de enojo y furia cuando se apoderan del ánimo. "Hay que tener cuidado con echar afuera, ya que eso puede tener consecuencias. Hay que ver con calma a qué me dispone esa emoción, si a mandar al otro a la punta del cerro o a pedirle perdón", aconseja el psicólogo Edmudno Campusano. Basada en EL MERCURIO/GDA
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Nuestra Directora, Mariana Alvez, Guerra, visitó el canal 10, programa Arriba Gente el miércoles 14/02/24, para charlar sobre qué es lo que nos mantiene en un vínculo enfermizo y cómo construir relaciones más saludables