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En el mundo globalizado actual, no es nada extraño ver de cerca personas que trabajan muchas horas con quizás más de un empleo, teniendo que “correr” para cumplir con plazos. Puede que tú mismo te consideres una de ellas. Tampoco es inusual encontrar quienes le otorguen a su vida profesional una gran dedicación que va creciendo cada vez más hasta ser evidente que es excesiva.
El trabajo es una actividad que requiere cierta dedicación para lograr resultados favorables, a cambio de lo que se perciben ingresos económicos o al menos otro tipo de ganancia, acompañada de prestigio y reconocimiento social tanto en el ambiente laboral como fuera de él.
Si bien las tareas que se realizan al trabajar quizás no sean placenteras por sí mismas, sí pueden serlo sus consecuencias. El poder y los logros que se alcanzan son los aspectos más adictivos.
Una característica distintiva de la adicción al trabajo, es no tener un objeto específico que gratifique inmediatamente. Es el placer indirecto el que puede volverse adictivo.
El sujeto puede percatarse de que su dedicación es desmedida, sin por eso reconocer que se trata de una enfermedad. Suele experimentar sentimientos de profunda soledad, irritabilidad y angustia al alejarse por alguna circunstancia de sus deberes laborales. Esto ocurre por ejemplo, durante los fines de semana donde el tiempo libre le resulta interminable.
Piensa prácticamente todo el tiempo en su trabajo. Su gran miedo a fallar como profesional suele generarle pesadillas. Pone todo de sí para optimizar su desempeño y encontrar soluciones a los problemas de la empresa, ya sean éstos reales o imaginarios.
Son muy comunes las fantasías acerca de cómo interactuar con sus colegas pero especialmente con sus jefes. Al preguntarle su opinión en el trabajo, acostumbra a darla con un entusiasmo exagerado.
Parece un experto en encontrar excusas para no disminuir ni mucho menos detener, su actividad laboral explicando por ejemplo, lo imprescindible que es su presencia en su puesto o que teme ser despedido, entre otras.
La persona que tiene esta adicción, siente una necesidad incontenible de dedicar todo su tiempo al trabajo convirtiéndolo en el centro de su vida, reduciendo considerablemente o incluso suprimiendo otras áreas como la personal o familiar.
La familia es el la primera en notar y sentir las consecuencias de la adicción. Es muy común que la salud mental de los hijos y/o de la pareja se vea afectada, a causa de tener que lidiar con las crisis de cólera y el tan frecuente mal humor del adicto. Su relación con el núcleo familiar se va tornando cada vez más autoritaria, tratándolos de modo similar a sus subordinados en la empresa. En ella el relacionamiento cordial con los jefes tarda más en verse afectado.
Empero, no puede escapar del estrés por lo que el rendimiento profesional desciende, lo que también provoca que la actitud hacia él por parte de colegas y jefes cambie.
En el ambiente social se destaca su falta de control siendo probablemente uno de los factores, el muy elevado consumo de sustancias como el café, tranquilizantes, alcohol pudiendo llegar a la cocaína. Todas consumidas con la intención de dominar el desgaste físico y emocional. Lo que por su parte, puede desembocar en trastorno psicosomático, depresión, alcoholismo o toxicomanía.
El psiquiatra estadounidense Dr. Rohrlich en su descripción de perfiles característicos de las personas adictas al trabajo, destaca cinco como los más habituales:
*el sumamente ambicioso acostumbrado a luchar con muy pocos límites para promoverse e imponer sus ideas.
*el competitivo que necesita sentirse por encima de los compañeros.
* el inseguro, busca la aprobación de los jefes para incrementar su autoestima.
*el que se culpa, quien con una actitud masoquista necesita de la sobrecarga de trabajo como un refuerzo negativo para revivir viejos castigos.
* el aislado, quien no cuenta con lazos amistosos y familiares sólidos, encuentra en el ambiente profesional la interacción en una comunidad que tanto desea.
Más allá de que el adicto no suela presentarse en la consulta psicológica por iniciativa propia, y aunque el proceso no sea instantáneo ni sencillo, salir de la adicción al trabajo por supuesto que es posible.
Antes de que tengan lugar los cambios en el comportamiento y por supuesto en su vínculo con el trabajo, es necesario analizar las raíces de esa adicción en el individuo. Uno de los aspectos sobre los que es usual que se trabaje en la terapia, es el miedo a las relaciones afectivas.
Muchos de los puntos que se abordan son los mismos que en el tratamiento de otras adicciones, tales como reconectarse con sus sentimientos, o reconocer que su conducta tiene consecuencias no sólo para él mismo sino también para sus seres queridos y su entorno.
Probables medidas a tomar como la reducción progresiva de las horas laborales, la nueva diagramación del tiempo o la realización de diferentes actividades, requerirán del apoyo y participación del núcleo familiar.
Asimismo, será necesario atender otro tipo de adicciones relacionadas como el alcoholismo u otras mencionadas anteriormente, en caso de que tengan lugar.
No obstante, el primer paso como siempre, es reconocer que se tiene un problema y que se necesita trabajar con un profesional para resolverlo.
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