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Hoy en día vives acelerado por la presión de nuestra sociedad consumista. Debes ser el mejor en todo sin importar el costo, destacarte en tu trabajo, ser popular entre tus amigos, tener una vida envidiable en todo sentido.
Esta hambrienta competencia por ser más que los demás, se ha convertido casi en una sentencia de muerte, si no demuestras que eres el mejor, el más eficiente, el más rápido, el más inteligente, estás fuera del mundo del éxito. Quizás esa sea la razón por la cual las personas parecieran incapaces de descansar, de darse un respiro, de tomarse un tiempo para sí mismos en la reflexión y la paz de su mundo interior.
He visto como la gente no puede abandonar sus actividades, su trabajo, entregados por entero al ritmo alocado de la sociedad. Incluso cuando están enfermos, no pueden darse el permiso de respirar profundo y descansar para retomar energías, su mente no puede apagarse, no pueden olvidarse ni por un segundo de los reportes que hay que entregar, de los exámenes que hay que rendir. Sencillamente es como si se sintieran inútiles al estar confinados al descanso.
Me pregunto si esta necesidad de trabajar o estudiar constantemente no se deba quizás a un intento de tapar una falta, una acción desesperada para elevar su autoestima demostrándose a sí mismos y a los demás que ellos son capaces de hacerlo todo, que descansar es de cobardes , que ellos pueden dominar cualquier situación contra viento y marea. Una baja autoestima puede conducir a estos sujetos a demostrar lo infalibles que son a como de lugar, y si bien esto puedo traer consecuencias placenteras, no debemos olvidarnos del precio que pagamos por no tener ni un momento para nosotros mismos.
Ser activos y dedicarnos por entero a lo que deseas o a lo que debes hacer está muy bien, pero no debes olvidarte que nuestra vida es mucho más que las actividades que realizamos, están presentes nuestra familia, nuestros afectos, esos “obstáculos” que reclaman cariñosamente tu tiempo, esas relaciones que debes cultivar y no dejar de lado por estar demasiado ocupado y ciego en esta carrera sin misericordia.
Así que relájate, no corras tras la vida, disfrútala, la mejor manera de trabajar en nuestra autoestima es a través del auto conocimiento, y si corres todo el tiempo, perderás la oportunidad de escucharte a ti mismo y a descubrirte, una de las actividades más excitantes en la cual te puedes enfrascar. Tómate un tiempo para ti, para gozar de esos pequeños placeres que te agradan, siempre habrá tiempo para terminar ese trabajo, la vida es un suspiro, aprende a respirarla con calma y con amor.
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