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A veces nos ponemos en la vida metas tan altas que son casi imposibles de alcanzar, porque antes de lograr lo que deseamos debemos trabajar en nostros mismos. Eso quiere decir, que si no dedicamos tiempo a cuidarnos, a nutrir nuestro cuerpo y nuestro espíritu, estamos perdiendo la oportunidad de ser más de lo que somos.
Te contaré algunos de los ejemplos más clásicos. Cuando te impones un ideal tan alto que es díficil de obtener en poco tiempo te frustras porque no lo obtienes dentro de la fecha límite que te impusiste, por lo tanto te conviertes automáticamente en un fracaso. Si realizas una dieta tan estricta que está invitando a ser quebrada, te enojas porque crees no tener fuerza de voluntad. Si has pasado los 30 años y todavía no eres exitoso ni millonario te enojas porque te sientes un perdedor. Si eres incapaz de sostener una relación amorosa, te enojas porque algo malo debes tener. Y así pasamos la mayor parte de nuestra vida, enfureciéndonos y haciéndonos daño en consecuencia.
El daño causado es muy variable, desde el auto sabotaje en distintas áreas de tu vida hasta adoptar una adicción. Es como si debieras castigarte por no haber podido alcanzar ese ideal que irónicamente te impusiste.
Es necesario abandonar un poco esa necesidad extrema de control, es verdad que eres el responsable de tu vida, pero también es cierto que hay ciertas situaciones que escapan a tu dominio, situaciones externas que deben ser aceptadas, asimilidades y aprender a reaccionar del modo apropiado ante ellas.
Siempre cometes el mismo error y ese es el de compararte con otros. Si cierta persona logró eso que queríamos, ¿por qué tu no? ¿La vida es injusta? ¿Es cuestión de suerte? En realidad obtener nuestras metas depende de muchísima paciencia, constancia, preparación. Nada sucede porque sí, e incluso nuestros grandes heróes debieron luchar para estar donde están, así que en vez de compararte con otros, lo que debes hacer es mirarte y pensar cuáles son las herramientas que ya tienes y cuáles son las que te faltan, así será más fácil poner manos a la obra en vez de pensar nada más y quejarse.
Tampoco debes acostumbrarte a dejar que los demás te midan bajo sus propias reglas, eso quiere decir que si por ejemplo tu familia o amigos esperaban un comportamiento, una carrera, un logro, y tú no lo haces, está bien. No puedes vivir tu vida complaciendo a los demás, es una tarea imposible porque todos somos distintos y mientras estás complaciendo los caprichos de alguien, estás desatendiendo los de otro, así que te metes en una trampa sin salida que solamente te hará sentir terrible contigo mismo. No vivas para los demás, vive por ti, después de todo es tu vida.
En lugar de odiarte, debemos amarte. Aprende a identificar por qué estás enojado contigo. Cada vez que te hieres ya sea física o psíquicamente estás destruyendo la posibilidad de ser mejor, de vivir una vida feliz.
Todos tenemos derecho a ser felices, a poder experimentar optimismo, alegría, amor, orgullo, no tiene sentido castigarse por algo que es una mentira que nos creamos. Jamás seremos fracasados si estamos luchando por ser mejores. Cuando tú te rindes y te hieres, es cuando en verdad pierdes.
Notas : | amor propio respeto perdón |
Nuestra Directora, Mariana Alvez, Guerra, visitó el canal 10, programa Arriba Gente el miércoles 14/02/24, para charlar sobre qué es lo que nos mantiene en un vínculo enfermizo y cómo construir relaciones más saludables