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Si miras con cuidado tu comportamiento, te darás cuenta de que juegas roles distintos a lo largo de tu vida. Cumples con el rol de hijo, de padre, de hermano, con un rol laboral, con un rol de amigo, vecino, amante y todo lo que se les pueda imaginar. En cada personaje te desenvuelvas de una manera distinta, porque no le hablarás a tu jefe de la misma manera con la que hablarías con tu padre. Los roles son necesarios y existen para marcar jerarquía, marcan diferencia, cierto orden.
Desplegaras distintos aspectos de tu personalidad para comunicarte de determinada manera con tu interlocutor, es lo que sucede, ahora...¿qué ocurre cuando no estás mostrando tu personalidad, sino lo que los demás esperan de ti?
Es ahí cuando las máscaras entran en acción, en vez de simplemente comportarte como la hija que quieres ser, comienzas a ser lo que tus padres esperan, desplazando por completo tus deseos. Deseas ser un tipo de esposa, pero tu personalidad no es lo suficientemente agradable para el otro, así que te conviertes en lo que tu marido anhela, te dejas moldear según los caprichos de los demás. Es aquí cuando no estás jugando con la complejidad exquisita de tu personalidad humana, sino que te conviertes en una máquina de brindarle satisfacción a los demás y creas tus propias máscaras, intercambiables de acuerdo a la situación que te encuentras, máscaras que te confunden a e intentan aplastar quién eres.
Otra razón por la cual puedes adoptar distintos personajes, es porque no tienes en claro quiénes eres. En la adolescencia, cuando estás moldeando tu personalidad y experimentando cómo quieres ser, es usual ver a los jóvenes cambiando constantemente. En este caso es algo saludable, ya que están experimentando para sentirse más cómodos, intentando descifrar sus ideales, su carácter, empujados por la curiosidad y no por las demandas de los demás. Si se cuenta con un buen ambiente familiar, un lugar donde se habilite a los adolescentes a buscarse a sí mismos sin prejuicio y desde la paciencia y el amor, podrán encontrar su propio rumbo de manera natural y sin mayores problemas.
El aprovechar nuestros rasgos de personalidad puede convertirse en una experiencia muy enriquecedora, cuando lo haces por las razones correctas estarás aprovechando las herramientas que posees para brindarle a cada conversación, cada encuentro, un toque diferente. Aprender a utilizar tus habilidades, discernir cuando brillar o cuando callar, cuando ser el alma de la fiesta o cuando escuchar, te hará sentir satisfecho con tus habilidades sociales, recuerda que un vínculo social estable y agradable es otro de los ingredientes para ser feliz.
Que tus máscaras no sean tal, no vivas para agradarle a los demás ya que es una tarea imposible. Si solamente te guías por los caprichos de los otros tu personalidad comienza a tambalear, tus pilares se derrumban y quedas a merced de los demás, como si fueras una muñeca sin vida con la cual todos pueden hacer lo que se les plazca.
No confundas partes de tu verdadero ser con las máscaras que los demás imponen, ser fiel a un mismo es el mejor regalo que puedes brindarte, saber qué quieres servirá como faro en un mar de gente cambiante. No olvides que los deseos de los demás van cambiando, sus exigencias, sus preferencias, pero lo que no debe cambiar (a menos que así lo decidas) eres tú, tus ideales, creencias, metas, no importa que el mundo esté en tu contra siempre y cuando estés siendo feliz sin dañar a nadie.
Quítate la máscara, líberate de las ataduras y comienza a ser tú a tu manera, no hay nadie mejor para descifrar quién eres y qué quieres de la vida, de tu vida.
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máscaras personalidad complejidad
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