Causas de la disociación.
En general, la disociación está asociada a experiencias traumáticas o eventos altamente estresantes en la historia de vida de la persona, indicó Pérez. “Vivir situaciones de abuso físico, sexual o emocional, sobre todo en la infancia y de forma repetitiva, puede ser abrumador para el sistema nervioso y desencadenar mecanismos de defensa, incluida la disociación”, explicó.
En la misma línea, Álvez señaló que durante la niñez el cerebro aún está en pleno desarrollo, por lo que cualquier experiencia muy movilizante —como la pérdida de un ser querido, violencia, accidentes o una enfermedad dolorosa— puede dejar huellas. “La disociación en ese momento surge como una especie de rescate ante el dolor que el niño está sufriendo”, expresó. Una vez que este mecanismo de defensa queda instalado, la persona puede vivir una situación en el presente que la desborde emocionalmente y responder mediante la disociación.
Por su parte, Pérez aclaró: “Es importante tener en cuenta que no todas las personas que experimentan trauma desarrollan disociación, y que la disociación puede presentarse de diferentes formas y grados en diferentes personas”.
Cómo tratar la disociación.
Para manejar los episodios de disociación, Álvez recomienda una técnica llamada grounding, que incluye estrategias para reorientarse hacia la realidad y permanecer en el presente. Puede ser, por ejemplo, a través de un objeto: “Puedo tocar un llavero y decir: ‘Esto es real, esta es mi prueba de realidad’”, expuso. También sirven técnicas de focalización, como observar un objeto y razonar sobre sus características, y de respiración consciente, como inhalar durante seis segundos por la nariz, llenar la panza de aire, exhalar durante otros seis segundos por la boca y desinflar la panza.
A su vez, la disociación tiene que ver con altos niveles de ansiedad, por lo que puede ser útil reducir el consumo de estimulantes como café, mate o bebidas energéticas, hacer ejercicio físico y pasar tiempo al aire libre, indicó la experta. “En los casos más graves es necesario hacer terapia y, en ocasiones, tomar medicación”, subrayó.
En cuanto al tratamiento, Pérez mencionó la terapia de estabilización, que incluye técnicas de relajación, mindfulness y consciencia sobre el propio cuerpo; la terapia cognitivo-conductual, que sirve para identificar y cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales relacionados con la disociación; la terapia de exposición, que ayuda a enfrentar gradualmente los recuerdos o situaciones relacionadas con los traumas; y la terapia de resolución de problemas, que trabaja para identificar estrategias de afrontamiento y soluciones prácticas. En general, suele ser útil un enfoque integral que abarque varias técnicas y objetivos.
Trabajar con la disociación es importante porque puede ayudar a procesar y superar el trauma subyacente, y además pueden desarrollarse habilidades saludables para gestionar el estrés, regular las emociones y mejorar la resiliencia, mencionó Pérez. En este sentido, Álvez sostuvo: “Desbloquear traumas puede aliviar mucho los síntomas de disociación”.
Ante cualquier inquietud acerca de recuerdos reprimidos o bloqueados en relación con la disociación, es recomendable buscar la ayuda de un profesional de la salud mental capacitado en el manejo de estos temas, como un terapeuta especializado en trauma.