En un principio no hace falta más que corretear juntos en el recreo, compartir la merienda o mirar el mismo dibujito animado. Luego llega el turno de las primeras salidas, las confidencias, el encontrar varios gustos en común (banda de música, cuadro de fútbol, programa de tevé, la misma compañera de clase) y el tener bastante tiempo libre para pasarlo juntos. Hay una especie de consenso en que la amistad, la verdadera, la perdurable, se forma en las primeras dos décadas de vida. Sería ahí cuando ocurren esos complejos procesos, que pueden ser tan sutiles como un simple gesto, que hacen que una persona elija a otra como su hermana de la vida. ¿Pero realmente eso es así? ¿No es posible iniciar una relación de tal fortaleza ya de grande? ¿Se puede hablar de amigos para toda la vida?
Para Mariana Alvez Guerra, directora del Centro Psicología Positiva Uruguay, este último es un concepto cuestionable. "Los vínculos van cambiando a medida que nosotros vamos cambiando. De pronto quienes somos hoy no es compatible con quien es mi amigo en el presente. Los amigos pueden perderse porque vamos tomando caminos diferentes".
Según una investigación realizada por la Universidad Abierta Interamericana (UAI) de Argentina y divulgada por el diario La Nación de Buenos Aires, 42% afirma que sus vínculos de amistad más estrechos fueron forjados en la adultez. Ese porcentaje crecía a partir de los 35 años y era algo más presente en las mujeres -más flexibles a la hora de relacionarse en ámbitos laborales, sociales y hasta en el colegio de sus hijos- que en los hombres. Ese mismo estudio señala que los "verdaderos amigos" son solamente "dos o tres" para 45% de los consultados.
La psicóloga Patricia Ramírez, bloguera de The Hufftington Post en español, le dijo a The New York Times que cree "muy difícil" que una amistad de esas de fierro nazca luego de los 30 años. Según ella, un amigo de verdad "es alguien que debe haberte acompañado a lo largo de un período de la vida y, sobre todo, en los malos momentos. Para que alguien demuestre eso, básicamente, se necesita tiempo".
Y tiempo, justamente, no sobra al llegar a los treinta. "En la vida adulta la amistad implica mayor compromiso y mayor sacrificio en algún punto. Con el ritmo alocado que llevamos todos a veces es complicado por vernos con quienes queremos", subraya la psicóloga Alvez. Las amigas de Daniela (40), comerciante de Canelones, son de cuando aún no había cumplido los veinte años y fueron, podría decirse, fruto de la necesidad. Ella se casó muy joven, a los 17 años, cuando quedó embarazada de su novio. Su barra de compañeras de clase la aisló por eso. "Eran otros tiempos. Yo me empecé a hacer amiga de las esposas de los amigos de mi exmarido". De tantas reuniones familiares, crianzas de niños y compartir el pago chico, el vínculo de amistad se fue fortaleciendo. Tanto, que pese a que ella se separó hace 12 años, la amistad ha seguido firme.
Grosso modo, el proceso de selección de amigos, en el que funcionan múltiples variables, se va haciendo más acotado con el paso del tiempo. Distintos expertos han señalado que a partir de los 30 años -edad en la que un gran porcentaje de la gente ya terminó los estudios, se casó, tuvo hijos o ya está inserto hace tiempo en el mercado laboral- uno se pone más selectivo en eso de la amistad. Álvez destaca a las "prioridades" y las "metas" en la vida, como factores que juegan de filtro. Es aquí cuando la barra de antaño, con la que quedaba gente afuera para jugar al fútbol, se convierte en un grupo reducido en el que a veces se hace difícil armar un truco en parejas.
"Con muchos amigos que tenía desde los cinco años me dejé de ver. Los dos con los que me doy más son de la época del liceo", dice Ricardo (37), ingeniero y residente del barrio Atahualpa. Claro que la relación con esos dos que más perduraron se fue resignificando. "Creo que influye a nuestra edad tener un proyecto con ciertas similitudes. En nosotros ha sido muy importante el tener hijos, que nuestras parejas han tenido cierta empatía, le hemos puesto voluntad. Si tenemos una reunión programada y hay ola polar, la cancelamos por los nenes, ¡eso dice mucho!". Los tres, además, conocieron a sus actuales mujeres más o menos al mismo tiempo. Eso ayudó. "Si nos hubiéramos casado `de a poco`, quizá nos habríamos alejado", sugiere. Javier, técnico en informática de la zona del Mercado Modelo, otro de los integrantes de ese trío, asiente en eso de la similitud de los proyectos y prioridades, pero subraya también la importancia del inicio de la relación: "El lugar común, el ámbito compartido, ayuda y sienta las bases, en nuestro caso el liceo. Luego hay un gran porcentaje de la voluntad de cada uno".
Voluntad rima con amistad.
Psicología Positiva Uruguay 