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Claro que hay otra variante de la nada. Más allá de lo sano y necesario que es tener un tiempo para no pensar y aburrirse con todas las letras, el espíritu creativo puede verse estimulado en estos períodos. Nadie se ha animado a asegurarlo, pero hay quien ha dicho que Arquímedes llevaba largo tiempo con la mente en blanco en su bañera, antes de descubrir que el volumen sumergido en agua equivalía al volumen de agua desplazado, gritar "Eureka" e irse corriendo desnudo por las calles de Siracusa. Sin llegar a esos extremos de genialidad, aburrirse al menos sirve para inventar algo… que evite aburrirse otra vez.
A esta conclusión al menos han llegado algunos científicos internacionales, los pocos que se han dedicado a estudiar al aburrimiento. Entre ellos la psicóloga británica Sandi Mann, de la Universidad de Central Lancashire, y su colega estadounidense Heather Lench, de la Universidad de Texas A&M. "El hecho de que el aburrimiento sea una experiencia cotidiana sugiere que debería servir para algo", dijo esta última a la BBC. La premisa es clara: si sensaciones negativas como el miedo o la tristeza tienen su utilidad, ¿no debería pasar lo mismo con el tedio?
"El aburrimiento suele concebirse como un estado afectivo negativo, pero puede tener consecuencias positivas", explica a Domingo el neurocientífico Adolfo García, del Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos Aires. Y agrega que la ausencia de tareas inmediatas y objetivos urgentes "favorecería el establecimiento o el uso de conexiones cerebrales poco transitadas". ¿El resultado? Fomenta la creatividad.
Eso le ocurrió, según el médico argentino, al guitarrista y compositor sueco Mattias "IA" Eklundh, quien declara que parte de su proceso creativo consiste en generar situaciones que lo aburran. Así, por ejemplo, describe García, "concibió una técnica inédita que le permite alcanzar velocísimos trémolos en las cuerdas utilizando un peine".
Por aburrimiento se entiende un estado de ánimo relacionado "con la falta de interés, desgano y poca energía", según la psicóloga uruguaya Sandra Jegerlehner. "Hoy en día, con lo vertiginoso que se nos presenta el mundo, podemos decir que el aburrimiento es una característica que nos representa. Estamos inundados de información, redes sociales, comunicación, tecnología, miles de imágenes por segundo. Y si no lo tenemos por un segundo, podemos caer en el aburrimiento fácilmente", agrega.
Los casos más típicos son la sala de espera de un consultorio médico o los trayectos en ómnibus, donde cada vez es más común ver a uruguayos conectados a sus teléfonos inteligentes. Incluso algunos creadores de videojuegos para móviles aprovechan la demanda y desarrollan juegos en los que uno pueda sortear niveles sin necesidad de esperar mucho tiempo.
Pero a diferencia de lo que se cree, "lo contrario del aburrimiento no es el entretenimiento, sino el desafío", opina el experto en videojuegos y educación Gonzalo Frasca, quien disertará esta semana al respecto en una ponencia en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, Estados Unidos.
"El entretenimiento te hace pasar el tiempo pero no te hace crecer", añade. Es, típicamente, encender la televisión para que haya ruido de fondo que oficie de compañía. "Muchas veces los educadores, y sobre todo los padres, piensan que se trata de hacer macacadas para entretener; y en realidad el aprendizaje aburre solo si es muy fácil o muy difícil".
Poco se conoce sobre la base neurobiológica del aburrimiento, pero un estudio realizado en Alemania en 2013 ha comenzado a iluminar la cuestión. En la investigación, cuenta el neurocientífico García, "los participantes jugaron un videojuego de acción en primera persona (first-person shooter) mientras se obtenían imágenes de su actividad cerebral. El principal hallazgo fue que cuando los participantes se encontraban inactivos e insatisfechos durante el juego se reducía la actividad en ciertas estructuras prefrontales e hipocampales que participan de la regulación de las emociones negativas y la planificación de acciones futuras, respectivamente. La desactivación de estas áreas cerebrales cumpliría un papel importante en la experiencia del aburrimiento".
Otro experimento, esta vez realizado en Japón, "demostró que la sensación de aburrimiento se correlaciona positivamente con frecuencias beta en áreas frontales del hemisferio derecho que también se asocian con la fatiga mental".
Por lo tanto, el aburrimiento es parte de la naturaleza humana y "necesaria", sentencia la psicóloga Mariana Alvez.
Como dijo al diario español ABC Guillermo Funes, profesor de honor de psicología de la Universidad Carlos III: "Aburrirse genera miedo, de la misma forma que lo genera el silencio o estar callado, nos produce ansiedad y por eso buscamos tener ocupado el cerebro, pero el efecto positivo es que cuando nos aburrimos se nos ocurren cosas. El aburrimiento, de alguna forma, agudiza la imaginación, el ingenio, la creatividad",
No es cuestión, claro, de ensalzar ahora al aburrimiento. Según Jegerlehner, el peligro de que ese sentimiento se vuelva permanente es real. "De esta manera, será difícil para esa persona encontrarle sentido a las cosas ya que nada lo colmará ni lo satisfará. En situaciones bastante más extremas, puede acompañarse de sentimientos de angustia y estados depresivos".
Si bien hay campo para la creatividad, también es cierto que una persona aburrida puede estar muy carente de motivación. Hay margen para crear, pero lo que no hay es voluntad. De esta forma, se "pierde atención porque el nivel de activación cerebral también disminuye", expresa la psicóloga.
Estudios británicos realizados en funcionarios públicos de edad mediana arrojaron que una persona muy aburrida tiene —además de una mayor tendencia a fumar, beber o consumir drogas— la expectativa de vida alterada: más concretamente, poseen un 30% más de chances de morir en tres años que quienes encuentran mayores motivaciones.
En todo caso, coinciden los distintos autores, el aburrimiento puede ser una alarma. Si le ocurre seguido, puede significar que algún aspecto anda mal en su vida —trabajo, pareja, vínculos— y conviene replantearlo. De lo contrario es una experiencia más de la vida.
Hay un tipo de aburrimiento que suele ser de los más comentados entre los adultos: el cansancio de la pareja. Puede que tenga puntos de contacto con el aburrimiento "clásico", pero las causas, dicen los especialistas, son muy distintas. "El aburrimiento en la pareja pasa por las expectativas desmedidas que se depositan sobre el otro", comenta la psicóloga Mariana Alvez.
"Los padres llenan la rutina de sus hijos y no dejan que se aburran… tampoco que disfruten", dice la psicóloga Mariana Alvez. Hoy, los más pequeños del hogar tienen tantas actividades que el mínimo vacío en la jornada puede parecer una tragedia. De ahí que algunos los llamen "niños agenda". Es que "el aburrimiento es bancarse la frustración, aprender a tolerar cuando las cosas no salen realmente como queremos", explica la psicóloga. Por tanto, es una demostración de que "todo no es ya y ahora".
"Doctor: siento que no rindo, me cuesta concentrarme". La frase se escucha cada vez más en los consultorios médicos. Lo novedoso es que uno de los consejos que dan muchos especialistas es "desconectarse". Los británicos Teresa Belton y Esther Priyadharshini, de la Universidad de East Anglia, concluyeron que entre el 60% y el 80% de la energía cerebral se dedica a mantener la conexión entre las neuronas. Eso hace que en un momento de relax estemos en lo que denominaron "red por defecto", donde en los momentos de ocio, ya sea activando recuerdos o ideas a medio cuajar, surgen los nuevos proyectos.
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