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Emilio (15) sabe que a partir de mañana tendrá que ponerse las pilas. Cuatro años en el liceo le han dado la experiencia suficiente como para saber que nada realmente importante pasa antes de la Semana de Turismo. Ahora tendrá que redoblar esfuerzos y superar ese limbo entre vacaciones y clases en el que transcurrió marzo. Espera que la experiencia sea menos traumática que la del año pasado, cuando recién entró en ritmo allá por junio y debió sufrir para no irse a examen en cuatro materias.
En realidad, la que más espera eso es su madre, Mariana (39). Claro que ella actuó igual de liceal y, de alguna forma, está repitiendo hoy —adulta y empleada administrativa— eso de dejar para después actividades importantes e incluso impostergables, así sea llenar planillas laborales, terminar de arreglar el desorden del armario en la cocina o separarse, algo que, hoy entiende, debió hacer mucho antes de cuando finalmente lo hizo. Pereza o temor a tomar la decisión equivocada tuvieron su qué ver en esto de dejarse estar, postergar o- como se denomina desde la Psicología-procrastinar.
Para gran bronca de quienes llevan marcando tarjeta ya desde enero, se dice que en Uruguay el año comienza cuando llega a Montevideo el último ciclista, lo que ocurre hoy. Es como un punto final a esa suerte de sopor estival que comienza en Navidad. Y si bien no hay un estudio científico que lo avale, es algo que efectivamente parece ser parte del ADN criollo. "Procrastinar es el popular arte uruguayo de hacer las cosas que nos resultan más agradables, cómodas o llevaderas y dejar para más adelante o para nunca las tareas menos agradables", dice el psicólogo Gustavo Ekroth, quien agrega que aproximadamente el 20% de las personas "son procrastinadoras crónicas". Este especialista le dedicó a esta dejadez varios párrafos de su libro La locura uruguaya (1991).
Su colega Mariana Alvez Guerra, directora del Centro Psicología Positiva Uruguay, también piensa que ese dicho tiene basamento. "¡Incluso en terapia las consultas comienzan a aumentar luego de finalizada la Semana de Turismo! Creo que a todos nos cuesta tomar el ritmo, saber que se vienen meses muy movidos, con mucho trabajo o mucho estudio, y tratamos de aprovechar al máximo el descanso para juntar fuerzas. Los uruguayos somos medio perezosos de por sí, tal vez un poco más lentos en nuestro actuar que lo que podemos observar en otras sociedades". Ya lo dijo el expresidente José Mujica, en España y en 2013: "Somos medio atorrantes, no nos gusta tanto trabajar".
Procrastinar es un término mucho más usado en inglés que en castellano —al poeta prerromántico Edward Young se le atribuye la frase "Procrastination is the thief of time" ("La procrastinación es el ladrón del tiempo"); mucho más acá en el tiempo, la comediante Ellen Degeneres ha realizado varias rutinas que giran en torno al concepto— y básicamente refiere a postergar lo importante; dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, apelando al dicho popular.
Según Ekroth, alguien puede ser considerado un procrastinador si suele "llenar la agenda con tareas de baja prioridad", si le dice que sí "a tareas de poca importancia que otros podrían hacer", si espera "el momento más adecuado" o el estado de ánimo "perfecto" para realizar una tarea postergada eternamente, si una vez encarada esa tarea alguien se distrae con el Facebook, email o similares, o si emplea excusas "racionales" del tipo: "lo dejo para más cerca de la fecha" o "trabajo mucho mejor bajo presión".
En La locura uruguaya, Ekroth había consignado algunos pensamientos/artimañas típicos de estos casos: "Si espero, a lo mejor, con el tiempo, todo se arregla"; "Este problema es muy complicado, mejor lo dejo para mañana"; "Es muy arriesgado, mejor no lo hago"; "Si no lo hago yo, quizá venga mi mamá (o mi esposa, mi hermano, mi hijo) y lo haga ella. ¿Quién te dice?"; "¿Y si me equivoco?".
Todo el mundo procrastina. Ekroth incluye en esta actitud tanto las compras navideñas a último momento como evadir una necesaria charla o visita al médico. Por supuesto, ponerle atención a los estudios recién cuando no hay otro asueto en las cercanías entra en este universo. Hay problemas cuando estas actitudes encierran baja tolerancia a la frustración, sensación de inferioridad o una autocrítica tan feroz que inmoviliza; o sea: cuando no se puede vivir normalmente. "Las postergaciones postergan la vida", concluye este psicólogo. Y en el peor de los casos, subraya, están vinculadas al estrés crónico, la culpa y la baja autoestima.
"Quienes más se aferran a esta trampa de la mente son las personas más pesimistas, que no confían en sus habilidades y ni siquiera intentan superar determinadas dificultades porque consideran que no son capaces", señala por su lado Alvez Guerra.
Dejar todo para el final puede convertirse en un círculo vicioso. Uno siente que al postergarse se falla a sí mismo, lo que no hace sino minar más la autoestima y la confianza en sus capacidades. Emilio nunca escuchó la palabra procrastinar, pero reconoce que haber encarado el año pasado (bastante) después de Turismo en el liceo le costó sangre, sudor y más de una discusión con su madre. Ella, Mariana, cada tanto debe sacar fuerzas de flaqueza para encarar lo impostergable de la casa, del trabajo y de la vida.
Desde el ángulo de la psicología positiva, Alvez Guerra enumera una serie de acciones para poder contrarrestar la dejadez: quitar la carga del deber ser, "cuando consideras que debes hacer una tarea, esta ya está impregnada de una connotación negativa"; pensar en el comienzo y no en el final de una tarea, planificar pasos con metas medibles, realistas y con una fecha límite de culminación; "aceptar las frustraciones y dificultades con las cuales te encuentras a diario"; saber discernir lo "importante" de lo "urgente": lo primero es aquello "que contribuye a tu crecimiento, las tareas y actitudes que tendrás que comenzar cuanto antes", mientras que lo segundo es subjetivo y puede ser la excusa para evitar encarar lo prioritario; "no te atasques en pensamientos negativos o dudas hacia ti mismo o tu performance"; "cada pequeño paso que te acerque a tus objetivos cuenta"; "actuá más y pensá menos".
En definitiva, concluye esta profesional, se trata de "dejar el arte de la excusa para concentrarse en el arte de mi vida".
¿Tiene algún sustento la idea de que el año recién arranca con fuerza luego de Turismo en escuelas y liceos? Para Galia Leibovici, psicóloga y psicopedagoga, con importante experiencia en el mundo clínico y educativo, efectivamente hay algo de eso.
"Lo que es real, es que la cuestiones educativas tienen un timing especial. Hay un período de adaptación, en el que el docente ve cómo repercutieron las vacaciones. Es en este contexto en que se hacen las pruebas preliminares. Y como vos estás viendo el estado de situación del niño o adolescente y el grupo, la fuerza de los hechos hace que no se den contenidos programáticos importantes". Esa perspectiva dentro de los centros educativos también tiene su eco en la clínica. Como psicóloga que trabaja con niños y adolescentes, ella sostiene-tal como hace su colega Mariana Alvez Guerra- que a partir de mañana tendrá su mayor carga laboral. "Son muy pocos, contados, los padres que averiguan por consultas para sus hijos en febrero. En general, todos los tratamientos empiezan luego de Turismo". La óptica de los estudiantes, la del "comienzo a estudiar a la vuelta", no solo no es ningún mito sino que está alimentada por esa "fuerza de los hechos" de la que habla Leibovici. "Quizá en la escuela no influya tanto, pero los adolescentes en el liceo se dan cuenta solos, por experiencia, de que la exigencia no opera hasta después de Semana de Turismo".
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Nuestra Directora, Mariana Alvez, Guerra, visitó el canal 10, programa Arriba Gente el miércoles 14/02/24, para charlar sobre qué es lo que nos mantiene en un vínculo enfermizo y cómo construir relaciones más saludables